Aproximarse a la historia de vida experimentada por
Viktor Frankl durante el confinamiento en los campos de concentración de
Theresienstadt, Auschwitz, Kaufering y Turkheim, dos campos de concentración
que dependían del de Dachau, entre 1942 y 1945, no deja
de producir un sentimiento sobrecogedor, dadas las crueles torturas, desmanes y
atropellos a los que fue sometido él y el resto de los judíos confinados en los
campos de la muerte. No obstante, a pesar de estas terribles circunstancias
Frankl, “Metamorfoseó la realidad” Cyrulnik (2006) al punto de producir una
propuesta de método psicoterapéutico llamado logoterapia, fundamentado en tres
principios básicos: Libertad de voluntad,
voluntad de sentido y sentido de vida, el
mismo ha sido reconocido mundialmente e identificado como la III Escuela
Vienesa de Psicoterapia, después de la de Freud y Adler.
Frankl enfoca su
atención en el sentido de la existencia humana, así como en la búsqueda de
dicho sentido por el individuo; para el propio autor “La búsqueda por parte del
hombre del sentido de su vida constituye una fuerza primaria y no una
<<racionalización secundaria>> de sus impulsos instintivos” (Frankl,
2004, p. 121). La vida ofrece circunstancias y oportunidades que pueden
desenfocar el sentido, tal como le ocurrió a Frankl; sin embargo, al hombre se le puede despojar de todo, hasta
confrontarlo con la desnudez, salvo
una sola cosa, la libertad de elección, ésta es “la última de las libertades
humanas –la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino-
para decidir su propio camino” (Frankl, 2004, p. 90) y a ello apostó
Frankl.
De allí que surge la pregunta, ¿por qué vale la pena que
viva un hombre que se encuentra subyugado a las duras e infrahumanas
condiciones de un campo de concentración? La vida es una cuestión de elección y
de decisión, desde la libertad interior puede decidir como enfrentar su
experiencia de vida y ello se trata de una cuestión de actitud y así lo corrobora Frankl
(2004) cuando declara “…se advierte que
cada prisionero se convertía en un determinado tipo de persona, y ese tipo
personal era más el resultado de una decisión íntima que el producto de las
férreas y tiránicas influencias recibidas en la vida del lager”(91).
Frankl concluyó apoyando lo expuesto por Friederich
Nietzsche cuando dijo: “Aquellos que
tienen un por qué para vivir, pese a la adversidad, resistirán”. Esto lo
corroboró a partir de sus propias experiencias con los compañeros del campo de
concentración, al ver quien sobrevivía y quien no, al percibir como las
personas que guardaban la esperanza de reencontrar a sus seres queridos o que
aún abrigaban algún proyecto o necesidad inconclusa y los que demostraban fe, aparentaban
tener mejores oportunidades de sobrevivir con respecto a los que habían perdido
la esperanza. La expresión más
fehaciente de este comportamiento resiliente con
respecto a los otros, lo demostró Viktor Frankl en sí mismo.
Ahora bien, ¿qué entendemos por resiliencia? Resiliencia
es una palabra que abarca diferentes significados, sin embargo en este contexto
se entiende como “resistencia al sufrimiento” o “capacidad de resistir las magulladuras de la
herida psicológica como el impulso de reparación psíquica que nace de la
resistencia” (Cyrulnik, 2001, pág. 23); por tanto la resiliencia implica un proceso que
terapéuticamente puede ser estimulado y desarrollado, que permite a la persona
salir fortalecida y renovada con respecto a las experiencias adversas y
traumas, (Griffa, 2003. p.1) permitiendo que
surjan las capacidades físicas, psíquicas, sociales y espirituales (noéticas)
para alcanzar una vida con sentido.
De esta manera, la actitud resiliente adoptada por Frankl
frente a la ignominia vivida en los campos de concentración, da cuenta del
sentido que le dio a su propia vida mientras soportó las intolerables
circunstancias, tal actitud se sostuvo en el accionar, por su propia persona, los
principales pilares de la logoterapia: la libertad de la voluntad, enfocada en
la “libertad interna, espiritual ante los condicionamientos biológicos,
psicológicos y sociales” (García y Yánez, s/f. p.18). Frankl se interrogó
acerca del ¿qué quiero? y fue capaz de elegir con libertad, dándole a su vida
coherencia, definición clara de los objetivos y unidad; esta actitud altamente
responsable le permitió sobrevivir a los campos de concentración.
Otro pilar fundamental y del cual dio cuenta Frankl es la
voluntad de sentido, se trata de la fuerza primaria de motivación que
caracteriza al hombre, sin esta fuerza el hombre es incapaz de actuar y aún
menos de vivir, especialmente si confronta una situación dolorosa. (Lange,
2000). La ausencia de la voluntad de sentido crea el vacío existencial y este
vacío se llena con poder, sexo, adicciones, “cosas” intrascendentes que a la
larga dejan una mayor desolación que al final en muchos casos conducen a optar
por el suicidio. Definitivamente Frankl eligió con voluntad de sentido y lo
expresa a través de sus propias palabras cuando dice “Dejemos de interrogarnos
sobre el sentido de la vida y, en cambio, pensemos en lo que la existencia nos
reclama continua e incesantemente. Y respondamos… con el valor y la conducta
recta y adecuada” (Frankl, 2004, p.101).
El tercer pilar de la logoterapia lo constituye el sentido
de la vida, el cual se puede alcanzar a través de los siguientes valores:
Valores existenciales, implican vivenciar algo o alguien que valoramos, de allí
que abarquen una amplia gama, que contempla desde disfrutar una obra de arte o
la propia naturaleza hasta su mayor expresión que se manifiesta en el valor que
le otorgamos a otra persona a través del amor, induciendo a esa persona a
encontrar y desarrollar su propio sentido y de esta manera alcanzar nuestro
propio sentido.
Los valores creativos son otra forma de alcanzar el sentido,
es a través de ellos como podemos “llevar
a cabo un acto” y así lo expresa el mismo Frankl. Es la capacidad que
tenemos de “sacar algo de la nada”,
de accionar los propios proyectos con compromiso y responsabilidad, haciendo
buen uso de la libertad.
A los valores experienciales y creativos se agregan los
actitudinales, implican la postura que asumimos frente a la adversidad, la
tragedia, el dolor, en fin frente a la vida, se trata de los valores que tienen
un mayor nivel de valor ético y se expresan por medio de virtudes como la
valentía, la compasión y el humor.
Frankl fue capaz de enfrentar con sentido y actitud resiliente el sufrimiento y desarrollar los valores descritos con su actuación de apoyo y ayuda que ejerció durante su estancia en los campos de concentración y nos dejó desde esta experiencia de horror una experiencia que nos ilumina hoy a muchos “el sentido de la vida”
Referencias bibliográficas
Cyrulnik, B. (2001). Los
patitos feos, Una infancia infeliz no determina la vida. 5ta. Edición.
Barcelona:
Gedisa.
Frankl, V. (2004). El hombre en busca de sentido.
Barcelona: Heder
García y Yánez, s/f. Logoterapia
y análisis existencial [Documento en
línea]. Disponible en
Griffa, M. C. (2003, enero) Reflexiones
acerca de la capacidad del yo y la resiliencia.
[Documento en
línea] Ponencia presentada en el Simposio 2003 en
la Fundación
Luís
Chiozza. Buenos Aires. Disponible:
www.usal.edu.ar/archivos/psico/otros/3.pdf
[Consulta:
2016, agosto 3]
Lange,
A. (2000). Viktor Frankl. Una biografía. 2da. Edición. Barcelona: Herder
Editorial S.A. (orden alfabético)
Melillo A. ( 2004)
Resiliencia. Revista
Psicoanálisis: ayer y hoy. [Revista en línea]
1.
Disponible: http://www.elpsicoanalisis.org.ar/
[Consulta: 2016, Agosto 3]
Melillo, A. y Suárez, E. (compiladores) (2001). Resilencia.
Descubriendo las propias fortalezas. Editorial
Paidós, Buenos Aires.
MSc. Daisy Anzola
Diplomada en Logoterapia, Análisis
Existencial y Sentido de Vida (II Cohorte).
Instituto Venezolano de Logoterapia y Análisis “Viktor Frankl”