lunes, 24 de septiembre de 2018

La logoterapia en mi cotidianidad




     La primera vez que escuché hablar de Logoterapia, fue en mi segundo año de residencia en el postgrado de psiquiatría, estudios realizados entre el año 2009 y el 2012 en el I.A.H.U.L.A, Mérida-Venezuela. En aquella oportunidad el servicio trajo como invitada a María Isabel Rodríguez Fernández, Doctora en Medicina y Cirugía por la Universidad Autónoma de Madrid, Médico Psiquiatra y Master en Psicoterapia por la Universidad Autónoma de Madrid.
 Parte del trabajo de investigación de la Dra. Rodríguez, se ha centrado en la búsqueda de una perspectiva integral en la que se tenga en cuenta, desde la psicología y la psiquiatría, la dimensión espiritual del ser humano, siendo este un ámbito que ha supuesto la publicación de diversos artículos y participación en libros como: Hacia una definición de la Filosofía Personalista (Ed. Palabra, 2006), La búsqueda de sentido en el siglo XXI (Asociación Española de Logoterapia, 2006), entre otros.
     Recuerdo haber quedado completamente maravillada con aquella manera tan diferente de hacer psicoterapia. Era un modelo definitivamente ajeno a aquel con el cual estaba familiarizada, luego de dos años de residencia en un postgrado de psiquiatría, en donde la psicoterapia forma parte importante del pensum. Para entonces, lo cognitivo conductual, lo psicodinámico y formas muy simples de psicoterapia de apoyo eran nuestras herramientas a la hora de hacer intervención con los pacientes.
     Logoterapia, ese término que abarcaba todo lo que ya venía tomando forma de filosofía de vida desde mi adolescencia, el hombre y su imagen tridimensional por sobre la tradicional descripción bidimensional en el saber psicológico, la dimensión espiritual del hombre, el sentido de la vida, la voluntad de sentido, la libertad de voluntad, todo esos términos, ya eran parte de lo que intuitivamente aplicaba para entonces en el contexto de mi acercamiento al hombre. Ahora tenían definiciones, pertenecían a un modelo de psicoterapia, podía aplicarlo, podía justificarlo, pero sobre todo podía experimentarlo en mi misma, en el otro ¡Gracias Viktor Frankl!
     Era como llegar a casa, era nueva, pero me sentía cómoda, muy cómoda en realidad. Inmediatamente me interesé en conocer más sobre la vida de ese hombre extraordinario, adquirí el libro “El hombre en búsqueda de sentido” e inicie su lectura…no pude pasar de la página veinte, lloraba con una profunda tristeza, el desconsuelo se apoderó de mí.
 Lo reconozco, sufrí el libro, sentí rabia, asco a veces, los relatos me paralizaron, en fin, me conmovió hasta los tuétanos, me costó mucho esfuerzo terminarlo, pero como generalmente concluyo lo que inicio, así fue, logre finalizar y devorarme hasta la última página. Cinco años después, lo volví a leer, esta vez no lloré, simplemente sentí un profundo sentimiento de paz y aceptación.
     ¡La desesperanza es sufrimiento sin sentido…Voila! Descubrir el sentido, responderle a la vida, en vez de interrogarla a ella, ¿Qué se oculta detrás de cada acontecimiento? Aprender a autodistanciarse, mirar desde arriba como le digo yo, aplicarlo a la cotidianidad, reconocerte como un ente espiritual, pero sobre todo sentirlo, vivirlo, experimentarlo.
     Venezuela y su reciente contexto político-económico y social, me ha puesto a prueba, me he hecho responsable, mi actitud es lo único que puedo controlar, debo recordármelo constantemente, vivir con coraje, encontrar el cómo, sigo siendo un proyecto que se modifica cada día, lidiando con la incertidumbre, la angustia, el sufrimiento, la muerte, real o simbólica y a la vez, en paralelo viviendo lo mismo con mis consultantes. Arropándolos en sus dolores de parto, mirándolos desde la compasión y desde la esperanza de aquel que se sabe un ser multidimensional, que mira a otro mientras se construye, mientras se descubre, mientras le da sentido a su experiencia, y espero pacientemente, cada quien tiene un tiempo, pero todos al fin y al cabo llegamos. Ese encuentro sanador, pues sanan ellos y a la par sano yo, maravillosa experiencia, ¡gracias mil veces Viktor Emil Frankl!


Mérida, a los 22 días del mes de Agosto de 2018.


Artículo por: Norma Manchego


Diplomado en Logoterapia, Análisis Existencial y Sentido de Vida (IV Cohorte).


viernes, 14 de septiembre de 2018

“La finalidad de la lectura debe ser que el lector sea capaz de leer su propio libro interior y descifrarlo” (Marcel Proust)


Conferencia Online: Biblioterapia y Educación, del Dr. Gastón del Río. Psicólogo y Especialista en Logoterapia y Análisis Existencial


“La finalidad de la lectura debe ser que el lector sea capaz de leer su propio libro interior y descifrarlo” (Marcel Proust)
     
     

     Desde los 12 años, he encontrado en la lectura, una puerta para conocer el mundo. El hábito de leer forma parte de mi cotidianidad y desde que ejerzo la psicoterapia en mi consultorio privado, los libros, su lectura, forma parte de los recursos terapéuticos en los cuales me apoyo a la hora de reforzar un nuevo modelo de pensamiento, un desmontaje de una antigua programación mental, algunos son medios para educarse a sí mismo, al otro, un “remedio para el alma” (Del Río, 2018).
     
     La Biblioterapia es una disciplina que surge desde la Bibliotecología, pero que hoy utilizan profesionales de distintas áreas (médicos, psiquiatras, psicólogos) y consiste en “la utilización de materiales de lectura seleccionados como coayudante terapéutico en la medicina y la psiquiatría”; todo esto para “orientar en la solución de problemas personales por medio de la lectura dirigida, el tratamiento de la enfermedad, y la promoción de su recuperación a la sociedad” (Díaz, 2006).
     La biblioterapia forma parte de la Terapia del Arte. Es importante distinguir la diferencia entre ésta y la creación artística, ya que el objetivo de la biblioterapia es terapéutico y no estético, la obra se presenta como un elemento de interpretación y análisis entre paciente y terapeuta. El sujeto de la terapia da su propia interpretación o significado a su creación (Oscariz, 2011).
     Caldin define la biblioterapia como: “la lectura dirigida que discutida en grupo, favorece la interacción entre las personas, llevándolas a expresar sus sentimientos, miedos, angustias y ansiedades.” Lo que se pretende es que el hombre intercambie experiencias y valores. Se entiende como una catarsis en el sentido de “una liberación o transformación interior suscitada por una experiencia vital profunda” que es tomada a partir de un relato, metáfora o cuento particular. (Caldin, 2001)
     Marc- Alain Ouaknin nos recuerda que los recursos literarios “implican una interpretación que es en sí misma una terapia, puesto que evoca la idea de libertad y permite atribuir al texto más de un sentido”. La biblioterapia contempla no solo la lectura, sino también al comentario que le es adicional. Conduce a la reflexión, al encuentro de múltiples verdades, en la que curar configura como un abrirse a otra dimensión (Martínez, 2013).
     Entre los beneficios de la biblioterapia se encuentra el fortalecimiento del carácter, la adquisición de nuevos hábitos, mejora aptitudes comunicativas, reduce tensiones y acompañada de una buena práctica de meditación ayuda al paciente en su curación (Martínez, 2013). El Dr. Del Río, agrega en su interesante conferencia, que la biblioterapia como intervención no intrusiva reduce el nivel de resistencia: “identificando la dirección del cambio requerido con una imagen que se rememora” además de “fomentar la participación activa, de una persona que identifica su propia moraleja” (Del Río, 2018).
     La biblioterapia favorece “la reflexión y permite tomar postura ante la existencia, como recurso apelativo a la dimensión espiritual”. La conexión de quien lee con el relato del otro, pudiera permitir “tomar una posición distinta frente a su problemática, frente a su posición en la vida” (Del Río, 2018).
     Así la intervención no intrusiva que ofrece la biblioterapia, permite la creación de un ambiente en donde la resistencia se reduce, y hasta se “hace propio el relato”, además de la pericia del terapeuta, que residiría en identificar el libro adecuado, el relato para cada quien, permitiendo que el otro descubra el mensaje y le dé forma para sí mismo. “descubrir una moraleja desde su propia realidad…desde sus propios zapatos” (Del Río, 2018).
     Del Río, nos habla también, del infinito poder y efecto terapéutico que inducen al cambio de las llamadas “certezas cotidianas”, esas verbalizaciones que actúan en la vida del día a día, a modo de pensamiento, y que la educación, gracias al recurso literario transforma dichos logotipos, “de certezas negativas, a certezas cotidianas positivas, emponderadoras” (Del Río, 2018).
     De tal manera que el receptor “empieza a vivir su vida de un modo diferente”, y la biblioterapia con su efecto educativo trascendental permite que con su impacto trasformador “se promuevan recursos personales y espirituales” siempre reconociendo “la importancia de mantener vivo lo que ha descubierto” (Del Río, 2018)
     Finalmente Gastón del Rio, afirma, que el relato “llega para darle sentido a la vida de los pacientes, va más allá de la comprensión cognitiva”, (Del Río, 2018) y que la conciencia del paciente a pesar de no poder explicarlo, sigue siendo impactada por los cuentos, relatos, metáforas, historias reales que trasmiten valores. Para mí, la biblioterapia seguirá siendo un excelente recurso terapéutico, y con excelentes resultados.

Referencias:
Caldin, C (2001) A lectura como funcao terapeutica: Biblioterapia. Revista de Biblioteconomia y Ciencias de la Información de Florianópolis, nº 12.
Díaz, G. (2006). Biblioterapia: su aplicación en terapias reparativas a menores víctimas de delitos sexuales. Serie Bibliotecología y Gestión de Información N° 13. UTEM. Santiago.
Martínez, L (2013) La biblioterapia: un instrumento social - BiblogTecarios. https://www.biblogtecarios.es/lauramartinez/la-biblioterapia-un-instrumento-social/
Oscariz, C (2011) Tesis de grado: Percepción de mujeres entre 45 y 75 años con depresión moderada acerca de su participación en una intervención grupal mediada por recursos literarios en un centro de salud familiar de Santiago. Chile.
Del Río, G (2018) Biblioterapia y Educación. Conferencia vía on line. Diplomado en logoterapia, análisis existencial y sentido de vida. Venezuela.

Artículo por: Norma Manchego


Diplomado en Logoterapia, Análisis Existencial y Sentido de Vida (IV Cohorte).

Instituto Venezolano de Logoterapia y Análisis Existencial “Viktor Frankl”




miércoles, 5 de septiembre de 2018

El amor como sentido de vida


     La película de Elsa & Fred, es una historia que nos plantea un gran dilema, desde mi punto de vista un dilema bueno, en el sentido que nos hace reflexionar sobre el propósito de nuestras vidas, y cómo eliges vivirla. Se pasea por varios cuestionamientos éticos, y también nos abre visuales diferentes sobre el amor, la muerte, la esperanza y el humor. Así mismo, el espectador puede conectarse con diferentes emociones básicas, tales como: la alegría, el amor y la tristeza.
     Aparentemente, es una simple historia de amor, jocosa y fresca, que nos posiciona ante dos vidas diferentes, que representan dos formas de ver el mundo, las cuales a mi juicio no son ni buenas ni malas. Creo que al ver la película entramos como un observador, y al salir de ella podemos llegar a ser un observador diferente, porque más allá de contarnos una historia, nos deja lecciones de vida, para ver la propia existencia desde el propósito que le estoy dando y como quiero decidir vivirla.
     Por otra parte, se puede evidenciar como la vida  nos presenta diversas circunstancias, dentro de las que está el sufrimiento,  por ejemplo el dolor de padecer una enfermedad crónica, en fin, situaciones sobrevenidas que son inevitables, en donde lo que cuenta es “cómo” la persona enfrenta estas situaciones cuando no puede optar por no vivirlas, el elegir qué clase de actitud asumirá ante ese sufrimiento, y encontrarle, un “para qué” de lo que le sucede. De acuerdo, a Frankl (1997), lo que importa es cómo se soporta el destino, cuando ya no se tiene poder para evitarlo,  entonces es necesario salir al encuentro de éste con una actitud adecuada.
     En este sentido, se puede apreciar cómo Elsa ante la situación adversa de su enfermedad, decide no sólo aceptarla sino que la convirtió en algo significativo, en un logro para ella. Se demuestra como ante situaciones trágicas  y negativas, una actitud adecuada hace la diferencia para vivir viendo, disfrutando su “aquí y ahora”, como cual adolescente.
     Ante una situación límite, representada por el inminente riesgo de la muerte, tiene un límite para su futuro y sus posibilidades, y le dice a Alfred “podemos llegar a algo en un tiempo no muy lejano”, ya que se ve obligada a aprovechar el tiempo de vida limitado que disponía y a no desperdiciarlo. Para Bucay (2008) no hay pérdida que no implique una ganancia, y no hay pérdida que no provoque necesariamente un crecimiento personal.
     Kubler-Ross (2008), afirma que: “no hay que temer a la muerte, la muerte no existe, es sólo una transición, la muerte es la llave para abrir la puerta de la vida”. Elsa encuentra el sentido a la muerte, y vive intensamente. El estar frente a la muerte le brindó la oportunidad de reflexionar y le generó un crecimiento, para experimentar nuevas emociones y tomar riesgos emocionales incluso a pesar de su edad. Decidió vivir intensamente, a pesar de su enfermedad, ver con una óptica de esperanza y se abrió al amor.
     De acuerdo, a Flores (S/F) “sólo la muerte es lo que da sentido de vida”, ya que al darnos cuenta de que nuestra vida es breve, tendemos a encontrar la manera de trascender, de dejar huella. Así que a pesar de todos los problemas con los que tengamos que enfrentarnos, la vida vale la pena ser vivida. El sentido puede cambiar, pero nunca faltará. En realidad, tan sólo existe un problema verdaderamente serio, y es juzgar si la vida vale o no la pena ser vivida. Y la vida vale la pena, porque hay razones, hay muchos motivos por los cuales vivir, y esto es lo que le da sentido a la existencia humana.
     Ahora bien, en contraste con la energía, vitalidad y pasión que sentía Elsa, encontramos a Alfred quien presenta síntomas de depresión noética, había perdido recientemente su matrimonio el cual fue muy estable, parecía que no tenía ninguna ocupación o trabajo, por lo tanto estaba enfrentándose a un vacío existencial, una pérdida del sentido en su vida.
     Al hablar del sentido, se hace referencia al significado, a la coherencia, a la búsqueda de propósito y finalidad. Podemos ver afirmaciones de Elsa, tales como: “esta como apagado, estaba falto de alegría”, no quería compartir con nadie, no aceptaba invitaciones, por más que se las hicieran familiares importantes como su nieto, acudía a diferentes medicamentos para poder “sentirse bien”, y a pesar de ello no podía disfrutar de nada.
     El hombre que ha perdido el sentido, que siente que nada tiene sentido, puede desarrollar una actitud que lo lleva de la amargura a la desesperación y a buscar solución mediante vías como el consumo de sustancias psicoactivas, el suicidio u otras formas de accionar de forma inadecuada; pasando a un estado de apatía e indiferencia, incluso llegando a somatizar.
     Una vez que conoce a Elsa, y se da el permiso de existir, es decir de salir al encuentro de ella -por la misma resolución que ella tenía – encuentra el sentido del amor y deja de tener miedo de vivir, y se realiza a sí mismo en la en la medida que trasciende, que se entrega a Elsa y se olvida de sí mismo.
     Elsa se convierte para él, en un “misterio”, dice mentiras, rompe las reglas, oculta su enfermedad, y aun así Alfred decide hacer un esfuerzo para comprenderla. El valor del amor, estuvo por encima de cualquier otro, se generó un espacio de intimidad entre ellos, donde existía incluso una comunicación existencial, se expresaban el amor, de diferentes maneras.
     En fin, pudiese decir que entre Elsa y Alfred, existió un amor terapéutico, donde él, le hizo bien a ella y ella a él. Vidas que se tocaron desde y para el amor. Es por todo esto, que sugiero ver esta película, como una invitación a reflexionar en medio de risas y ocurrencias de dos adultos mayores.


Referencias Bibliográficas:
Bucay, J. (2008). El camino de las lágrimas. México: Oceáno.
Flores,  E. (S/F). El sentido de vida. https://logoforo.com/el-sentido-de-vida/. México: Universidad Autónoma de Yucatán.
Frankl, V. (1997) Ante el vacío Existencial. Hacia una humanización de la psicoterapia. Barcelona: Herder
Kubler-Ross, E. (2008) La rueda de la vida. (1ra. edición). Barcelona: Ediciones B.



Anaibet Saravia

Diplomado en Logoterapia, Análisis Existencial y Sentido de Vida (IV Cohorte).

Instituto Venezolano de Logoterapia y Análisis Existencial “Viktor Frankl”

sábado, 18 de agosto de 2018

"La vida no es un test de Rorschach sino un enigma. Y lo que yo llamo deseo de sentido va más

allá de la simple aprehensión de una figura”.

Viktor Frankl.


Lo que cura es el vínculo. El vínculo, la relación… después vendrán las técnicas. Si priorizamos las técnicas dejamos de lado a la persona, si nos encontramos realmente con el hombre necesitado de ayuda, la técnica vendrá en el momento adecuado, no como la protagonista del encuentro.


Inspirado en Heidegger, Sartre, Martin Buber y en la fenomenología de Husser, Ludwig Binswanger crea la Psicoterapia Existencial, una rama de la Psicología. Binswanger nace en Suiza en 1881 y fue un distinguido psicólogo. Uno de los objetivos que platea en la terapia existencial es que el paciente experimente su existencia como real, perciba sus potencialidades y capacidades para actuar con base en ellas. Propone que el encuentro entre terapeuta-paciente se base en el amor y exista una relación de amistad recíproca entre ambos. El amor es el valor universal más importante, viviendo en el amor se desarrolla la empatía y la compasión. La empatía es sentir lo que otros están experimentando y resonar con ellos. Cuando conocemos a alguien lleno de alegría, también experimentamos alegría. Lo mismo se aplica al sufrimiento; por medio de la empatía experimentamos el sufrimiento que está padeciendo otra persona.


Aunque en nuestros tiempos la psicología existencial se practica a gran escala los individuos nos hemos olvidado de llevar esta práctica al día a día con quienes nos rodean. Se ha demostrado 
que la manera efectiva para lidiar con este problema es cultivar amor y compasión incondicionales hacia la persona que está sufriendo. Mientras más experimenta una persona la compasión y bondad con amor, más progresa hacia el bienestar auténtico, y se vuelve disponible para otros de manera incondicional.
El termino humanismo se usó por primera vez en Italia durante el siglo XIV haciendo referencia a una corriente artística, cultural y filosófica cuya característica fundamental es el interés por el ser humano. Posteriormente a mediados del siglo XX vuelve a emplearse el término con el surgimiento de la Psicología Humanista. La psicología humanista tiene su origen en Estados Unidos, oficialmente se reconoce desde 1962. Surge de la visión de un colectivo de pensadores y psicólogos que coincidían en la idea de la creación de un nuevo enfoque ante el predominio de la psicología conductista y el psicoanálisis de Freud, sus principales exponentes fue Abraham Maslow y Carls Rogers.


La psicología humanista trata precisamente de humanizar la psicoterapia, de ver al paciente como cliente, muestra respeto por la esencia de la persona humana, donde la curación no es producto de la sabiduría y trabajo del terapeuta, sino de la capacidad de autorrealización, auto sanación, autodeterminación del sujeto, si está en condiciones favorables. El propósito de la psicología humanista es muy similar al de la Logoterapia en cuanto a no estar de acuerdo en las tendencias mecanicistas de la psicoterapia. Es una terapia centrada en la persona, en crear

empatía con el cliente, brindarle las herramientas para sanarse y acompañarlo en el proceso de descubrir su sentido de vida.


En resumen consiste en ir descubriendo y reconociendo el camino singular, el propio e intransferible de cada persona; reconducir la dirección tras cada uno de los inevitables desvaríos, alentar la marcha, propiciar el encuentro definitivo con uno mismo y el ajuste permanente del propio equilibrio existencial.



Bibliografía


De Barbieri, A. (2014). Ayuda psicológica en México. Logoterapia: Lo que cura es el vinculo. Recuperado de: http://psicologos.mx/logoterapia-lo-que-cura-es-el-vinculo.php

Pinzón, F. (Primera edición) (2014). Taller de Psicología Humanista. Fpinzon&Lul.

M. Ricard. (2018) Logoforo.com. La empatía y el cultivo de la compasión. Recuperado de: http://logoforo.com/category/articulos/psicologia-humanista/
Fernanda Sánchez

Diplomado en Logoterapia, Análisis Existencial y Sentido de Vida (IV Cohorte).

Instituto Venezolano de Logoterapia y Análisis Existencial “Viktor Frankl”

domingo, 5 de agosto de 2018

La esperanza en Gabriel Marcel. Una mirada desde nuestra situación actual.



Por: Betsy Betancourt

Antes de comenzar a hablar de la esperanza es fundamental observar, en primer lugar, a la desesperanza como trampolín u oportunidad del hombre cuando toca fondo del plano metafísico para la superación de la misma, y cómo la desesperanza interviene de modo influyente en el ser humano, siendo un hilo muy delgado entre la salvación y la muerte. El ser humano ha sido influenciado en su mayor parte en un entorno psicosocial en el cual el “tener”, jerárquicamente, es más importante que el “ser”, siendo el mismo hombre guardián de objetos externos para así lograr obtener la sensación de seguridad, poder, opulencia y pertenencia, obsesionado en rescatar aquello que no ha perdido y en recuperar lo que ha perdido, he aquí cuando se prueba el carácter del hombre en sus capacidades, aptitudes y actitudes, de cómo éste se enfrenta responsablemente ante las situaciones presentadas. Según Marcel (citado por O’Callaghan, 1989, p. 58) “la desesperanza consiste en reconocer la ineficacia última de las técnicas", de no ser reconocida ninguna de estas técnicas, entonces el hombre se mantendrá sumergido en un callejón oscuro y sin salida.

En los tiempos actuales en la sociedad venezolana para ser específica, muchas personas están experimentando la desesperanza, en vista de que han percibido y vivenciado la sensación de pérdida, de aquello que tenían y que ahora ya no está, y con la perenne incertidumbre en el no saber si lo volverán a tener. Esta sensación de pérdida puede estar relacionada con valores de estética o ética, como también pueden estar relacionados con objetos materiales, dinero, empleos, estatus sociales, etc, aquello por lo que se trazaban una meta a alcanzar y por lo que consideraban su sentido de vida, la solución encontrada a esta situación ha estado en la emigración geográfica o, en sus casos extremos, el suicidio.
En este ensayo, plasmaré cómo el hombre se puede perder en sí mismo ante la ausencia de las esperanzas trascendentales, otorgando la desvalorización de la existencia humana y la libertad en la dimensión espiritual, ya que a mi parecer la esperanza es un acto singular, vinculado desde la toma de consciencia responsable sobre la vida misma, y exenta de toda codependencia en la esperanza misma. Entonces, ¿está el hombre consciente de sí mismo en querer tocar el fondo del


plano metafísico a través de la desesperanza para así alcanzar una esperanza individual espiritual y libre de todo cautiverio?
Cabe preguntarse, ¿cuáles son las actitudes interiores que maneja el hombre ante una situación desesperanzada? El entorno es un factor sugestionable en la psique del hombre –si éste así lo permite–, por lo que se requiere de toda disposición actitudinal y fenomenológica para que el entorno no interfiera en nuestros estados emocionales, valores y creencias, ya que un pensamiento sugestionable suprimido de toda intencionalidad positivista, ¿cómo puede desencadenar la desesperanza cautivando toda esperanza perdida?, y es allí cuando el hombre pierde toda esperanza ante su entorno y en sí mismo, para lograr avanzar hacia el encuentro con su propio ser; y si éste carece de la madurez espiritual en discernir el cómo va a experimentar la desesperanza y en cómo posibilitarla como un trampolín de superación para alcanzar una esperanza pura y victoriosa exenta de toda codependencia externa.
Desde este punto de vista, la esperanza será un acto consciente y responsable, el cual le permite al hombre decidir traspasarse hacia el plano metafísico, porque hasta la misma esperanza puede ser un acto codependiente en sí, sólo si dependemos de ella misma, objetando que estar en la “espera de” o el “yo espero”, suprimiendo como consecuencia aquellas acciones individuales estimuladoras de cambios transformacionales intrínsecos. Dicho pues por Marcel (2005, p. 51)
“quien espera y quien, ya lo hemos visto, está sufriendo una cierta prueba semejante a un modo de cautividad
¿acaso no tiende a tratar esta prueba, a enfrentarse con ella como el paciente mismo se sirve de ella con este yo menor, con este yo por educar y gobernar, tratando sobre todo de no dejarse crispar, o por el contrario encabritarse, liberarse, prematura e indebidamente? Desde este punto de vista la esperanza consistirá en considerar la prueba primeramente como parte integrante de uno mismo, y al mismo tiempo como destinada a suprimirse y transformarse dentro de un cierto proceso creador”.
Es necesario y pertinente que si el hombre busca elevar sus niveles de pensamientos para alcanzar una esperanza pura, haga consciencia de sí mismo y que no es el “tener” lo que lo acercará a Dios para otorgarle una vida trascendental y espiritual. Dice el filósofo francés que
“la verdad es que solo puede haber, propiamente hablando, esperanza donde interviene la tentación de desesperar; la esperanza es el acto por el cual esta tentación es activa o victoriosamente superada, sin que quizá esta victoria vaya acompañada necesariamente de un sentimiento de esfuerzo: incluso yo llegaría a afirmar que este sentimiento no es compatible con la esperanza pura”. (2005, p. 48)
….En el entorno sociocultural actual venezolano, hay un grupo de la población que maneja un mensaje desesperanzador, oscilando en la no posibilidad de surgir o en el “no tener”, pero ¿hasta


qué punto, me conecta con mi propio ser la opulencia y la ostentación si no me hago responsable de mí mismo y como ser humano existente? Como ya he dicho, esta situación es palpable al mirar en las noticias la decisión de emigrar que han tomado muchos venezolanos o ejecutando planes para salir del país. Caso extremo de desesperanza los que se quitan la vida por la falta de sentido y pérdida de las esperanzas.
Desde mi perspectiva, alejarnos de Dios o no tener a Dios presente es dejar una puerta abierta al distanciamiento noóetico, la libertad espiritual es la que nos conducirá a optar por una actitud esperanzadora y pura, libre de cargas y de codependencias, porque no podemos esperar que nuestro entorno accione o que llegue el día perfecto, sólo la fe en Dios es la que nos permitirá tener una esperanza plenamente existencial. Para concluir, considero que es importante distinguir la utilidad que le damos a la esperanza y cómo hacemos conciencia sobre ella, donde también el entorno puede ser un factor saboteador a través de la sugestión en nuestro modo de gestionar la esperanza pura. Nadie puede decirme si puedo o no puedo, desde mis sentidos perceptivos, habilidades y capacidades y potencialidades, puedo discernir y decidir qué mensaje es útil y cual no, cada vez me hago más consciente que el “tener” tiene una finalidad y un propósito de utilidad temporal, pero que la esperanza nadie me la puede inhibir y menos la esperanza transcendental.
Finalizo con estas de palabras de Marcel (2005, p. 20): “¿Qué se puede decir, sino que en primer lugar no hay esperanza más que al nivel del nosotros, del ágape, y no al nivel de un yo solitario que se obnubilaría con sus fines individuales? Esto quiere decir que es ilegítimo confundir esperanza y ambición, pues no pertenecen a la misma dimensión espiritual”.


Bibliografía.

Marcel, Gabriel (2005) Homo viator. Prolegómenos a una metafísica de la esperanza: Salamanca: Sígueme.
O’Callaghan, P. (1989) “La metafísica de la esperanza y del deseo en Gabriel Marcel”. Anuario Filosófico, 22, pp. 55-92.

Betsy Betancourt
Diplomado en Logoterapia, Análisis Existencial y Sentido de Vida (IV Cohorte).

Instituto Venezolano de Logoterapia y Análisis Existencial “Viktor Frankl”

domingo, 29 de julio de 2018

Venezuela y el contexto del libro “El Hombre en busca de Sentido”

     El ser humano posee, desde una gran cantidad de teorías y posturas, la capacidad innata de sobreponerse a cualquier situación que la vida (dentro de sus misterios y cuestiones que aún nos cuesta comprender) le hace experimentar en diferentes circunstancias, incluso por encima del ámbito biológico (en referencia al instinto de supervivencia natural). “Trascender” es una palabra que tomará mucho protagonismo en los siguientes párrafos, llevado a diferentes ámbitos en lo que a “ir más allá” y “superarse” se refiere, pues, el siguiente autor de quién tendré el gusto de escribir, hace de la trascendencia personal algo capaz de romper hasta con el concepto de sufrimiento más ortodoxo y extremo posible. Se trata de Viktor Frankl, un psiquiatra y psicoterapeuta cuya destacada experiencia existencial dentro de los campos de concentración nazi, le llevaron a trascender, no de manera forzada sino más bien, de forma voluntaria y decidida, cada uno de los aspectos de la vida humana que se ven violentados y casi destruidos dentro de estos campos, al punto de no solo ser un sobreviviente de dichos lugares, sino de haberle dado un enorme sentido a lo que anteriormente eran ideas apuntadas en notas, y que hoy es uno de los enfoques humanistas - existenciales más relevantes, así como su gran obra: “El Hombre en Busca de Sentido”.
    
     Para todos aquellos acontecimientos, experiencias, hechos o historias donde una persona fue capaz de sobreponerse ante una circunstancia catastrófica o de mucho sufrimiento, bien sea de carácter emocional o físico, se emplea siempre el término “resiliencia”, el cual define bien este tipo de experiencias, o mejor dicho, la capacidad del ser humano frente a ellas. Pero cuando pienso en el Dr. Viktor Frankl, siento que “resiliencia” deja muchos espacios que quedarían sin ser contados, por eso empleo palabra “trascendencia”, pues como bien mencioné antes, en los campos de concentración la vida humana pierde valor, al punto de ser reducida a un simple número (prisionero Nro. 119.104 para Frankl) por lo tanto, ser resiliente no es suficiente en este contexto, hay que ir mucho más allá  y esto fue lo que hizo Frankl.
     
     Hoy en día, y en nuestro contexto venezolano, existen dos tipos de campos de concentración, que probablemente puedan existir también en otros países en crisis o situaciones similares. Estos son: los campos de concentración colectivos y los personales. Para los primeros, existen sufrimientos colectivos que, como ciudadanos de un mismo país, nos afectan de manera común, los cuales aplican desde lo macro: servicios públicos, gobernantes, sistema educativo, sistema judicial, economía, entre otros, cuyo mal funcionamiento y corrupción que les caracteriza es razón y motivo suficiente para un malestar común en todos sus aspectos. Sin embargo, respecto a los segundos, los campos de concentración personales, pueden llegar a implicar mucho más sufrimiento que los colectivos  (aunque en algunos casos ambos están directamente relacionados) donde el aspecto emocional o físico tienen un papel fundamental según sea el caso. Curiosamente, Frankl vivió ambos de forma simultánea, pues era uno de muchos prisioneros dentro de un mismo infierno, donde también experimentó la lucha personal contra el sufrimiento.
      
     Decía Frankl en su libro: “Nada teníamos ya, salvo nuestros cuerpos mondos y lirondos (incluso sin pelo) literalmente hablando, lo único que poseíamos era nuestra existencia desnuda” (p. 34). Si bien en su contexto esta frase nos plasma una imagen mental de lo que sucedía en dichos campos, la misma nos lleva a preguntarnos: ¿vivimos hoy algo diferente a lo que el doctor Frankl experimentó dentro de los campos? Desde un punto de vista personal, pienso que no hay mucha diferencia, ni desde lo colectivo ni tampoco desde lo personal. Ahora bien, conocemos la historia, conocemos los oscuros detalles de aquél entonces y los que día a día vivimos en nuestra actualidad, ¿es entonces el sufrimiento una experiencia humana inevitable bajo cualquier contexto? Viktor Frankl responde a esto de manera afirmativa, diciendo que el sufrimiento es parte de la experiencia existencial de la vida en sí misma, pero también dice que el ser humano puede decidir o elegir la actitud con la que va a afrontar dicho sufrimiento para encontrarle un sentido. Y esto aplica para ambos tipos de campos, y para los dos siempre habrá, sea cual sea el contexto, la posibilidad de trascender dicho sufrimiento y aprender o crear algo nuevo a partir de ello.

         Frustración existencial, neurosis noógena y vacío existencial son solo algunos de los síntomas que se repiten históricamente, desde el holocausto hasta nuestra actualidad, incluso, con la situación de Venezuela. Así como en su momento Viktor Frankl se sobrepuso a ellas, bajo una serie de habilidades y capacidades propias del ser humano, asimismo el venezolano puede trascender el sufrimiento de nuestra crisis actual. Ahora bien, lograr que cada uno descubra sus capacidades de trascender es una tarea que, así como en los campos de concentración, corresponde una responsabilidad colectiva y personal. Desde lo colectivo, especialmente, los profesionales de la salud mental en ejercicio, tenemos la responsabilidad de llevar al paciente a un profundo y existencial “darse cuenta”, dentro de sus malestares emocionales y sufrimientos. Desde lo personal, Viktor Frankl nos enseña que a pesar de lo que una situación pueda arrebatarle a una persona, ésta siempre va a tener la opción y la voluntad de tomar una decisión frente a ello, así como también decidir la actitud con la que afrontará dicha experiencia y lo que ella deje en su vida.
     
     Finalmente, y apoyándome en la filosofía de vida del Dr. Frankl, el ser humano tendrá siempre herramientas con las cuales podrá enfrentar lo que sea, bajo cualquier circunstancia. Algunos poseemos herramientas externas que se relacionan directamente con las internas, como por ejemplo el arte o el deporte. Aferrarnos a aquello que representa de manera tangible algo tan complejo como nuestra esencia puede llegar a ser, en instancias de campos de concentración personales, lo único que nos mantenga vivos dentro de él y encontrarle sentido al sufrimiento. Vivimos en tiempos de una extraña postmodernidad, en una especie de cultura de la muerte y de la deshumanización, por lo que cada día urge con más intensidad la presencia de la Logoterapia en Venezuela y en el mundo, aun considerando que ésta no es la cura de todos los males, en el contexto actual es, si se quiere, una de las corrientes psicoterapéuticas más necesaria en estos tiempos.


Referencias Bibliográficas
Frankl, V. (2001). El Hombre en Busca de Sentido. Vigésima primera edición.
Barcelona: Editorial Heder

Héctor J. Guillén
Diplomado en Logoterapia, Análisis Existencial y Sentido de Vida (III Cohorte).
Instituto Venezolano de Logoterapia y Análisis Existencial “Viktor Frankl”

miércoles, 18 de julio de 2018

Buscando sentido en la incertidumbre


Por: Renzo Salazar

La mayoría de los seres humanos orientamos nuestra vida hacia un futuro de posibilidades. En situaciones ambientales favorables nos resulta cómodo desarrollar proyectos de crecimiento personal y profesional que satisfagan nuestras necesidades de autorrealización. Cuando sentimos que el entorno es seguro nos lanzamos a la conquista de nuestro destino con confianza y determinación. Los escenarios positivos se convierten en aliados de nuestros objetivos vitales. Ahora, ¿qué sucede cuando alrededor de nuestra vida surgen situaciones adversas inesperadas e imprevisibles que no parecen tener final?, ¿cómo miramos el futuro cuando el contexto social nos sumerge en un estado de duda, inseguridad y falta de control sobre los acontecimientos del presente? Basado en la experiencia extrema del psiquiatra austríaco Viktor Frankl en su ya conocido cautiverio en campos de concentración nazi, disertaré desde mi realidad existencial sobre las posibilidades únicas que podemos descubrir en una situación externa antagonista de final incierto.

Para aquellos que como yo, por circunstancias históricas nos ha tocado vivir en la Venezuela de los últimos dos decenios, hemos estado enfrentando un singular trance en la línea de tiempo de la historia contemporánea de la nación cargado de intensas experiencias emocionales por el particular clima de “neurosis colectiva” provocado, entre otras cosas, por el evidente deterioro de la calidad de vida de la inmensa mayoría de la población del país. Es así como los sentimientos de ira, miedo, ansiedad, frustración, tristeza y melancolía parecen manifestar signos preocupantes para la salud psíquica, física y social del venezolano. Un fenómeno sociológico que está siendo observado con seriedad por especialistas en sus áreas, más aún cuando se percibe que la llamada “situación país” no tendrá una pronta solución por el desconocimiento que se tiene del tiempo en que terminará esta situación de la existencia.
De allí que, ante este debilitamiento moral, cada vez es más frecuente escuchar expresiones saturadas de la incertidumbre que produce el final del “cautiverio”. En mis conversaciones me han planteado cosas como ¿qué va a pasar con el futuro de mi familia? ¿Qué sentido tiene estudiar y prepararse? ¿Para qué fijarse objetivos y hacer planes para el futuro? ¿Para qué emprender negocios en la actualidad? Para muchos, la falta de control sobre el entorno, el no


saber qué puede ocurrir con las opciones planteadas y no poder vislumbrar un final claro, significa que todo proyecto personal o profesional queda suspendido o pierde sentido, y con ello queda frustrada la búsqueda de la autorrealización. Esto nos remite a la condición incierta de la vida de los prisioneros del lager1 que Frankl denominaba “existencia provisional cuya duración se desconoce”2, caracterizada por lo imprevisible y la ausencia de seguridad para plantearse objetivos vitales y tomar decisiones de cara al futuro.
Ante las frustraciones del presente y la ausencia de metas futuras, cual prisioneros mentales de un pasado que se nos fue y de un mañana que aun no termina de llegar, muchos venezolanos evadimos las realidades de la existencia presente en el aquí y el ahora ocupando la mente con recuerdos nostálgicos de “cuando éramos felices y no lo sabíamos”, de las veces que viajamos, el dinero que ganamos, las compras que hacíamos, la ropa que vestíamos, el carro que tuvimos y los encuentros de familia que celebramos con abundancia. Desde mi pensar y sentir como venezolano, pareciera que nuestra concepción de la historia como análisis de la existencia humana, se quedó apegada a esa imagen ideal de un tiempo que –a juicio de unos cuantos– fue mejor, lo que mantiene el estado de la falta de aceptación de las circunstancias existenciales de sufrimiento colectivo que hoy forman parte ineludible de nuestro tiempo e inevitablemente de nuestra vida.
¿Quiere decir esto que debemos asumir un estado anímico de resignación pasiva o resentimiento ante las circunstancias adversas de nuestro entorno? Frankl deja claro que “cuando uno se enfrenta a un destino ineludible, inapelable e irrevocable… entonces la vida ofrece la oportunidad de realizar el valor supremo, de cumplir el sentido más profundo: aceptar el sufrimiento”3. Considerando los horizontes de tiempo, situación y cultura, nuestro presente, obviamente, se distancia de la realidad única del sufrimiento inevitable del psiquiatra austríaco, dadas las particulares circunstancias históricas de su cautiverio, lo que permite germinar cierta esperanza viva en cuanto a la revocabilidad de este actual estado de cosas en nuestro país. El mismo Frankl insta a combatir oportunamente el sufrimiento evitable que no es necesario para conferirle un sentido a la vida, ya que la acción contraria –dice Frankl– sería masoquismo. En todo caso, es la libertad interior la que nos conducirá a decidir la mejor actitud y conducta ante situaciones adversas.


Es aquí cuando la visión logoterapéutica del ser humano plantea otra perspectiva, la de enfrentar con coraje nuestros “campos de concentración”, tomando conciencia de nuestra existencialidad, de ese modo específico de ser humano, e iniciar con honestidad la búsqueda de un sentido a la vida en todas sus dimensiones a pesar o en medio de la adversidad que el entorno social nos presenta. Mientras no seamos capaces de aprehender con libertad y conciencia nuestra realidad y la de los demás para la búsqueda de significados en todo lo que nos circunda o acontece, estaremos perdiendo posibilidades únicas de realización personal, así como la oportunidad de crecer espiritualmente con sentido de autotrascendencia, como bien lo señala Frankl: “… en multitud de ocasiones, son las circunstancias excepcionalmente adversas o difíciles las que otorgan al hombre la oportunidad de crecer espiritualmente más allá de sí mismo”.4
En definitiva, y a modo de conclusión, he observado como los estados internos de incertidumbre que surgen de las situaciones de sufrimiento personal o colectivo del que no se vislumbra su final o cuya salida es remota en el tiempo, pueden ser inoculados con planteamientos de metas vitales que inviten al individuo a trascenderse a mismo, con lo que también estará cumpliendo su propio sentido de realización personal, tal como lo dice Frankl: “la verdadera autorrealización sólo es el efecto profundo del cumplimiento acabado del sentido de la vida”5.
Finalmente, y ante el debilitamiento de los valores materialistas que otorgan seguridad al hombre y la mujer venezolanos y que le servían como base de control interno, se hace necesario constituir un nuevo “asidero interior” centrado en valores espirituales (en el sentido noético) que le sirva de sustento y guía y que, a su vez, movilicen la capacidad de la persona espiritual de tomar distancia de sí ante un entorno hostil, a fin de abrir la posibilidad de enfrentar las adversidades y mirar las circunstancias concretas desde otras perspectivas que permitan comprender significados existenciales y desarrollar de modo consciente una mentalidad orientada a la búsqueda del sentido en todos los acontecimientos de la vida.
 Referencias
1 En alemán, campamento, por trasliteración “campo de concentración nazi”.
2 Frankl, V. (2004). El hombre en busca de sentido. Barcelona: Heder, p. 95.
3 Ibidem, p. 134.

4 Ibidem, p. 97. 5 Ibidem, p. 133.  

Renzo Salazar
Cursante del Diplomado en Logoterapia, Análisis Existencial y Sentido de Vida (IV Cohorte).

Instituto Venezolano de Logoterapia y Análisis Existencial “Viktor Frankl”



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