martes, 31 de octubre de 2017

VIVIR LA FE DESDE EL LOGOS


En el principio era el verbo y el verbo era Dios, inicia el profeta Juan (1:1) en las sagradas escrituras. Para la teología cristina, el verbo o hijo de Dios  es el logos (Del gr. λγος lógos).  Desde la filosofía, logos, entre otras acepciones, se refiere a palabra, discurso, sentido, significado, propósito.

No es por el acaso o azar, que esta interesante frase de Goethe “En el principio era el Sentido”,  haya servido de título a uno de los libros sobre reflexiones en torno al Ser Humano, del neuropsiquiatra y Doctor en Filosofía Viktor Frankl, creador de la Logoterapia y el  Análisis Existencial [1].

Hablar de la Fe (Del latín, fides) -primera virtud teologal-  es afirmar la existencia de Dios;  pero también, podemos entenderla como esa seguridad y confianza que nos genera algo o alguien. Es esa palabra dada o promesa que hacemos y que asociamos al valor compromiso.

La Fe, entonces, nos brinda confianza,  que significa esperar con firmeza y seguridad, que deviene en esperanza y como decía Frankl,  el hombre es hijo de su pasado, mas no es esclavo de éste y es padre de su porvenir.  Por ello, la logoterapia mira hacia adelante, a los cometidos y sentidos que el hombre  tiene que realizar en el futuro, ampliando su campo visual que le permita  ver un sinfín de posibilidades y alternativas que lo construya; ya que el Ser es inacabado y solo  se completa al término de su vida.

Cuando vivimos desde el logos, vivimos en la Fe,  descubriendo y abrazando el Sentido, que podemos verlo de dos maneras: sentido de la vida y sentido en la vida. El sentido en la vida, no es otro que  la situación concreta, el momento, del aquí y el ahora, en las experiencias que vivimos, en la cotidianeidad; mientras que el sentido de la vida, es la suma día a día de esos momentos; vale decir, el transcurso de nuestra existencia[2].

Si tenemos Fe, quiere decir que creemos en algo y de modo especial, en las personas  y precisamente con su confianza reforzamos la nuestra para trascender,  que es salir de nosotros para encontrarnos existencialmente con el otro, dirigirnos hacia el  , que se convierte en nosotros y hacia Dios, mediante el servicio y el sentido, desplegando así nuestra dimensión espiritual.

En palabras de Frankl:   “… el primer hecho antropológico humano es estar siempre dirigido hacia algo o alguien distinto de uno mismo: hacia un sentido que cumplir o un ser humano que encontrar, una causa a la cual servir o una persona a la cual amar. (…) eso es auténticamente humano porque se olvida de sí mismo y se concentra en alguien o algo fuera de sí mismo”. Más allá de ese Sentido, Frankl  hace referencia al Suprasentido o ultra Sentido, que trasciende al hombre excediendo su capacidad intelectual y sólo se puede tener acceso a él a través de la Fe.

De otro lado, podemos ver la Fe, como ese gesto que experimenta el niño en los brazos de sus padres, que lo hace sentir seguro que no caerá; así como también, la Fe, es esa confianza primigenia, cuando el embrión se anida al útero de la madre al momento de la concepción.


Es trascendental la Fe del hombre en el Sentido; incluso, desde que el hombre comienza a respirar ya cree en un Sentido, esa es la voluntad de Sentido, la fuerza que lo mueve, que es uno de los pilares de la Logoterapia, al igual que la libertad de la voluntad y el Sentido de la Vida. Hasta un suicida, cree en un Sentido, sino de la vida, al menos de la postvida, de la muerte. Si no creyera en sentido alguno, sería incapaz de mover un dedo o de tomar tal determinación[3].
Frankl, haciendo alusión a su experiencia personal, señalaba que, si el prisionero perdía la Fe en el futuro -su futuro- estaba condenado, perdía asimismo, su sostén espiritual,  se abandonaba y decaía y se convertía en el sujeto de aniquilamiento físico y mental…Se limitaba a quedarse allí, sin apenas moverse.
La Fe, bajo la visión logoterapéutica, se comprende, no  como un pensamiento del que se ha quitado el nivel de la realidad de lo pensado, sino un pensamiento incrementado con la existencialidad.  Sería interesante responder ante la vida, si realmente queremos permanecer inmóviles? O nos decidimos por  esa fuerza que nos mueve (Sentido) y nos hace seguir adelante, pese a las circunstancias?

La invitación es a vivir con Fe y así, obtendremos respuestas a los para qué  de lo que nos toca vivir, sobre todo, con coraje. Los para qué,  nos llenan de esperanza, es una mirada hacia adelante, resignificando nuestras vivencias, haciéndolas  conscientes en el presente y proyectándolas al futuro.  Un futuro que necesariamente no tiene que ser inmediato,  al menos en tiempo cronológico (gr.Chrono) sino verlo como ese momento oportuno, el “tiempo de Dios” (kairós). Vivir la Fe desde el logos, es vivir lo humano del Ser humano ¡más el Sentido de Ser Humano! [4].  




[1] Frankl, V. (2014). En el Principio era el Sentido. Barcelona: Paidós.
[2] Frankl, V. (1980). Psicoanálisis y Existencialismo. México: Fondo de Cultura Económica.
[3] Frank, V. (1977) La Presencia Ignorada de Dios. Barcelona: Herder.
[4] Frankl, V. (1998). El Hombre en busca de sentido. Barcelona: Herder.


Mariela Yánez Díaz

Directora del Instituto Venezolano de Logoterapia y Análisis Existencial 

“Viktor Frankl”




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domingo, 22 de octubre de 2017

LA ESPERANZA EN GABRIEL MARCEL. UNA MIRADA DESDE NUESTRA SITUACIÓN ACTUAL



 

  Día a día, en cada espacio o lugar, resulta inevitable coincidir con el tema político, social; resulta ineludible a nuestros sentidos evidenciar una realidad que podría llevarme a la desesperanza. Esta situación histórica, en palabras de Marcel, condicionaría en esencia lo que soy en realidad. Entonces, ¿por qué no me entrego ante esta situación?
     Responder a esta interrogante marca el inicio a la comprensión de mi propia existencia, o por lo menos intentarlo, desde la perspectiva de este francés que dedicó parte importante de su vida a desarrollar una filosofía o, mejor dicho, una metafísica de la esperanza.
     Dice Marcel que "es a partir de una reflexión sobre la desesperanza, y quizá solamente a partir de ella, de la que podemos levantarnos hacia una concepción positiva de la esperanza" (1951). La desesperanza es un fondo que el hombre, inmerso en el mundo del tener, debe tocar para poder alcanzar la esperanza. "Las condiciones de posibilidad de la esperanza coinciden rigurosamente con aquellas de la desesperanza" (Marcel, 1951)
     Comprendo, entonces, que mi resistencia radica en el alejamiento del mundo del tener (être) y acercarme al del ser (avoir); es mi búsqueda para asimilar la filosofía del ser y de la vida que parte de ella propuesta por Marcel.
    Por tanto, me encuentro en el ámbito del “misterio” y no del “problema”, entendiendo el problema como aquellos aspectos de la realidad que el hombre puede objetivizar, delimitar, controlar y poseer (O’Callaghan, 2008).   El misterio, en cambio, mira al resto de la realidad, específicamente a aquel mundo en el cual me encuentro involucrada y comprometida de forma complicada; el misterio es, en palabras de Marcel, “un problema que rebasa sus propios datos, que los invade, que se excede, por lo mismo, ya como tal problema" (1951).
    Este tránsito del problema al misterio es posible cuando me convierto en la actriz de mi vida, elijo el personaje y el escenario, y se convierte en verdad filosófica, moral y religiosa, la cual se confirma cuando mi vida, es participación de mí misma, con los otros y Dios. Este trabalenguas puede pronunciarse y entenderse cuando rechazo este contexto histórico, sin negarlo, y deposito mi esperanza en la “gracia”, es decir, de lo gratuitamente dado. "En la raíz de la esperanza, hay algo que nos es literalmente ofrecido" (Marcel, ob. cit). Ella surge como respuesta "a iniciativas cuyo centro se halla fuera de nuestro alcance, allí donde los valores son gracias", señala este autor.
     Este punto es extraordinariamente importante en el planteamiento de Marcel. La esperanza, así parece con toda evidencia, no apunta hacia aquello que está en mí, aquello que pertenece al dominio de mi vida interior, sino más bien hacia aquello que se presenta como independiente de mis posibles acciones". Para que sea posible vivir de esperanza, vivir una vida esperanzada, señala O’Callaghan, el hombre debe ser capaz de recibir algo de otro que sea capaz de dar u ofrecerse. Si esto no es posible, entonces es injustificada la esperanza.
     Con base en lo anterior puedo afirmar, que mi esperanza me viene dada por la idea del servicio: ver a Dios, lo absoluto, en el otro. Nos permite ser personas con consciencia de paz y cumplir con la voluntad de Dios.
     Esto traduce una vida espiritual expresada en algunas ideas;
en primer lugar, la fraternidad, la unión entre los seres humanos como hermanos, por el amor que tenemos a los demás. Asimismo, surge la preocupación por crear condiciones fraternales en el mundo.
     En segundo lugar, el entendimiento del amor, no como idea abstracta, sino como obras concretas. Dios nos habla claramente de obras concretas: dar de comer, vestir, visitar a los enfermos, entre otras.
     Y, en tercer lugar, el Amor a Dios a través de mis acciones con los demás; viéndolo en el otro. Si amo a Dios, no puedo dejar de amar a mi hermano.
     El servicio me permite ser persona con consciencia de paz y cumplir con la voluntad de Dios, cumplo con lo que Dios quiere y le demuestro amor al ver a su hijo en el otro”, celebrando a Dios vivo, proclamando una fe religiosa, reconociendo que mi labor en la familia, en la escuela, en la comunidad, se cumple solamente en la formación de hombres y mujeres con actitud de auténtico servicio. De tal manera el servicio es el poder, como lo indica Francisco I. Es el poder para transformar a través de la responsabilidad conjunta, de servir a la persona y a la sociedad.
     La práctica de estos valores permite alcanzar la superación personal y lograr una convivencia social más humana a través de la solidaridad y reciprocidad. El servicio también se refiere a conocer y discernir las estructuras inhumanas que generan y mantienen la pobreza y la degradación humana.
     La participación es un deber para la edificación de una sociedad digna, incluyendo la ecología humana y la ecología natural, cuyo desarrollo favorezca la verdad, la libertad, la justicia y la caridad.

     ¡Por todo esto EXISTO!


BIBLIOGRAFÍA
O`Callaghan, P. (2008): LA METAFÍSICA DE LA ESPERANZA Y EL DESEO EN GABRIEL MARCEL. Disponible: https://core.ac.uk/download/pdf/25069400.pdf.  [Consulta: 2016, septiembre, 20]
Villalobos, M. (2013): GABRIEL MARCEL, EL HUMANISTA. VIDA Y OBRA. Disponible: http://logoforo.com/gabriel-marcel-el-humanista-vida-y-obra/.. Material presentado en el Diplomado en Logoterapia. Instituto Venezolano de Logoterapia. Valencia
Farías, N., León, F. y Yánez, M. (2016): MÓDULO II. Clases presentadas en el Diplomado en Logoterapia. Instituto Venezolano de Logoterapia. Valencia.

MSc. Aleyda Yelixa Ríos Del Moral
Diplomada en Logoterapia, Análisis Existencial y Sentido de Vida (II Cohorte).

Instituto Venezolano de Logoterapia y Análisis Existencial “Viktor Frankl”.

jueves, 12 de octubre de 2017

LA LOGOEDUCACIÓN. UNA MIRADA HUMANIZADORA DEL CURRÍCULO

La Logoeducación, etimológicamente, logos del gr., espíritu, sentido, significado, propósito, discurso y educación, educar, del lat., dirigir, encaminar, instruir. Este interesante enfoque curricular, contribuye al proceso de formación de la persona como ser único, singular, en su dignidad y trascendencia,  basado en el logos, como potenciador del desarrollo de las cualidades personales del educador y del educando, para dotarlos de las herramientas necesarias que van desde la integración de saberes y abordaje de los  problemas del entorno; así como también, de la aptitud y actitud para responder a ellos, sustentado en  el pensamiento del neuropsiquiatra y Doctor en Filosofía Viktor Frankl.

    A decir de Frankl, más que nunca, la educación es educación para la responsabilidad, entendida como capacidad para responder ante sí mismo, ante los otros y ante Dios, que, aunado a la libertad y la espiritualidad, forman una tríada en la que se fundamenta lo genuinamente humano.

     El hombre es responsable de cumplir y realizar el sentido y vivir desde los valores de creación (lo que aporto al mundo) los valores experienciales (lo que recibo del mundo) y los valores actitudinales (postura que se asume ante lo irreparable, lo inevitable) siendo que, asumir nuestra responsabilidad - aquello para lo cual el hombre es libre- es el sentido de nuestra existencia humana, en el que todo estado de libertad consiste finalmente en un poder de disposición.

     En este contexto, educador y educando se orientan hacia los valores -como sentidos universales-  considerados no como metas ya alcanzadas, sino como horizontes existenciales a los cuales dirigirse siempre con libertad, responsabilidad y trascendencia. Trascender es salir de nosotros, para el encuentro auténtico con el otro, con el mundo.

     De modo que,  la Logoeducación  es una mirada distinta al proceso educativo tradicional, para poner en práctica las estrategias pertinentes que demanda el nuevo currículo pedagógico desde esta visión humanista-existencialista.
Les invitamos a conocer nuestro Programa EDUCAR CON SENTIDO.

Mariela Yánez Díaz
Directora del Instituto Venezolano de Logoterapia y Análisis Existencial “Viktor Frankl”

www.logoterapiavenezuela.com

domingo, 1 de octubre de 2017

Mi experiencia de hoy: ¿Con qué nos quedamos?

Hoy conversaba con un compañero de trabajo, iniciamos con el tema de la consulta soberana, algunos entremeses y resultados, luego caímos en la trama del éxodo Venezolano. 

Él compartía conmigo el análisis que realizaban venezolanos y no, en el extranjero, como por ejemplo, el cálculo relacionado con el tiempo a invertir en Venezuela para adquirir un apartamento, me decía: Marielisa, son 155 años! Mientras que en otro país, en el lapso de tres años puedes comprar carro, casa, vestirte bien, comer y tener calidad de vida ¡quizás te lleve menos tiempo!. Por eso, muchos Venezolanos se van! Afuera se puede obtener en corto tiempo lo que en Venezuela se hace un proceso largo, cuesta arriba, casi inacabable.

En medio de la conversación, claro, lo escuchaba y traía a mi memoria el despliegue de los valores desde el enfoque antropológico y filosófico de Viktor Frankl, hasta que lo expresé en voz alta:
José! Si decides irte o si decides quedarte, ambas posturas implican una decisión, el ejercicio de la libertad, la responsabilidad y también otorgar espacio a la conciencia. En mi elección de quedarme he encontrado que el anhelo se fundamenta desde el despliegue de los valores de creación, el deseo por querer dar. ¿Cómo? con trabajo, servicio y acompañamiento.

Al mismo tiempo que conversaba, me encontré con la siguiente pregunta: ¿Qué valores predominan en quiénes se van? ¿Será que quienes se van podrían hacerlo más por necesitar y querer vivir desde el valor de la experiencia? ¿Desde el recibir? Recibir a cambio una casa, un carro, ropa, calidad de vida. No es que quien se quede descarte estos elementos, solo le da importancia a otros. Sin que el recibir implique dar y sin que el dar implique recibir y aunque mi pregunta sea controversial, encontré en la Logoterapia que para ambas la postura y la actitud es vital. Si te decides quedar necesitas desplegar actitud y si decides por viajar tampoco la puedes descartar.


Lcda. Marielisa Pacheco Montilla
Diplomada en Logoterapia, Análisis Existencial y Sentido de Vida (III Cohorte).

Instituto Venezolano de Logoterapia y Análisis Existencial “Viktor Frankl”.

miércoles, 27 de septiembre de 2017

VIKTOR FRANKL: MODELO DE RESILIENCIA


  
Aproximarse a la historia de vida experimentada por Viktor Frankl durante el confinamiento en los campos de concentración de Theresienstadt, Auschwitz, Kaufering y Turkheim, dos campos de concentración que dependían del de Dachau, entre 1942 y 1945, no deja de producir un sentimiento sobrecogedor, dadas las crueles torturas, desmanes y atropellos a los que fue sometido él y el resto de los judíos confinados en los campos de la muerte. No obstante, a pesar de estas terribles circunstancias Frankl, “Metamorfoseó la realidad” Cyrulnik (2006) al punto de producir una propuesta de método psicoterapéutico llamado logoterapia, fundamentado en tres principios básicos: Libertad de voluntad, voluntad de sentido y sentido de vida,  el mismo ha sido reconocido mundialmente e identificado como la III Escuela Vienesa de Psicoterapia, después de la de Freud y Adler.

Frankl  enfoca su atención en el sentido de la existencia humana, así como en la búsqueda de dicho sentido por el individuo; para el propio autor “La búsqueda por parte del hombre del sentido de su vida constituye una fuerza primaria y no una <<racionalización secundaria>> de sus impulsos instintivos” (Frankl, 2004, p. 121). La vida ofrece circunstancias y oportunidades que pueden desenfocar el sentido, tal como le ocurrió a Frankl; sin embargo,  al hombre se le puede despojar de todo, hasta confrontarlo con la desnudez, salvo una sola cosa, la libertad de elección, ésta es “la última de las libertades humanas –la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino- para decidir su propio camino” (Frankl, 2004, p. 90) y a ello apostó Frankl. 

De allí que surge la pregunta, ¿por qué vale la pena que viva un hombre que se encuentra subyugado a las duras e infrahumanas condiciones de un campo de concentración? La vida es una cuestión de elección y de decisión, desde la libertad interior puede decidir como enfrentar su experiencia de vida y ello se trata de una cuestión de actitud y así lo corrobora Frankl (2004) cuando  declara “…se advierte que cada prisionero se convertía en un determinado tipo de persona, y ese tipo personal era más el resultado de una decisión íntima que el producto de las férreas y tiránicas influencias recibidas en la vida del lager”(91).

Frankl concluyó apoyando lo expuesto por Friederich Nietzsche cuando dijo: “Aquellos que tienen un por qué para vivir, pese a la adversidad, resistirán”. Esto lo corroboró a partir de sus propias experiencias con los compañeros del campo de concentración, al ver quien sobrevivía y quien no, al percibir como las personas que guardaban la esperanza de reencontrar a sus seres queridos o que aún abrigaban algún proyecto o necesidad inconclusa y los que demostraban fe, aparentaban tener mejores oportunidades de sobrevivir con respecto a los que habían perdido la esperanza. La expresión más fehaciente de este comportamiento resiliente con respecto a los otros, lo demostró Viktor Frankl en sí mismo.

Ahora bien, ¿qué entendemos por resiliencia? Resiliencia es una palabra que abarca diferentes significados, sin embargo en este contexto se entiende como “resistencia al sufrimiento” o “capacidad de resistir las magulladuras de la herida psicológica como el impulso de reparación psíquica que nace de la resistencia” (Cyrulnik, 2001, pág. 23); por  tanto la resiliencia implica un proceso que terapéuticamente puede ser estimulado y desarrollado, que permite a la persona salir fortalecida y renovada con respecto a las experiencias adversas y traumas, (Griffa, 2003. p.1)  permitiendo que surjan las capacidades físicas, psíquicas, sociales y espirituales (noéticas) para alcanzar una vida con sentido.

De esta manera, la actitud resiliente adoptada por Frankl frente a la ignominia vivida en los campos de concentración, da cuenta del sentido que le dio a su propia vida mientras soportó las intolerables circunstancias, tal actitud se sostuvo en el accionar, por su propia persona, los principales pilares de la logoterapia: la libertad de la voluntad, enfocada en la “libertad interna, espiritual ante los condicionamientos biológicos, psicológicos y sociales” (García y Yánez, s/f. p.18). Frankl se interrogó acerca del ¿qué quiero? y fue capaz de elegir con libertad, dándole a su vida coherencia, definición clara de los objetivos y unidad; esta actitud altamente responsable le permitió sobrevivir a los campos de concentración.

Otro pilar fundamental y del cual dio cuenta Frankl es la voluntad de sentido, se trata de la fuerza primaria de motivación que caracteriza al hombre, sin esta fuerza el hombre es incapaz de actuar y aún menos de vivir, especialmente si confronta una situación dolorosa. (Lange, 2000). La ausencia de la voluntad de sentido crea el vacío existencial y este vacío se llena con poder, sexo, adicciones, “cosas” intrascendentes que a la larga dejan una mayor desolación que al final en muchos casos conducen a optar por el suicidio. Definitivamente Frankl eligió con voluntad de sentido y lo expresa a través de sus propias palabras cuando dice “Dejemos de interrogarnos sobre el sentido de la vida y, en cambio, pensemos en lo que la existencia nos reclama continua e incesantemente. Y respondamos… con el valor y la conducta recta y adecuada” (Frankl, 2004, p.101).
    
El tercer pilar de la logoterapia lo constituye el sentido de la vida, el cual se puede alcanzar a través de los siguientes valores: Valores existenciales, implican vivenciar algo o alguien que valoramos, de allí que abarquen una amplia gama, que contempla desde disfrutar una obra de arte o la propia naturaleza hasta su mayor expresión que se manifiesta en el valor que le otorgamos a otra persona a través del amor, induciendo a esa persona a encontrar y desarrollar su propio sentido y de esta manera alcanzar nuestro propio sentido.
   
Los valores creativos son otra forma de alcanzar el sentido, es a través de ellos como podemos “llevar a cabo un acto” y así lo expresa el mismo Frankl. Es la capacidad que tenemos de “sacar algo de la nada”, de accionar los propios proyectos con compromiso y responsabilidad, haciendo buen uso de la libertad.
    
A los valores experienciales y creativos se agregan los actitudinales, implican la postura que asumimos frente a la adversidad, la tragedia, el dolor, en fin frente a la vida, se trata de los valores que tienen un mayor nivel de valor ético y se expresan por medio de virtudes como la valentía, la compasión y el humor.

Frankl fue capaz de enfrentar con sentido y actitud resiliente el sufrimiento y desarrollar los valores descritos con su actuación de apoyo y ayuda que ejerció durante su estancia en los campos de concentración y nos dejó desde esta experiencia de horror una experiencia que nos ilumina hoy a muchos “el sentido de la vida”




Referencias bibliográficas

Cyrulnik, B. (2001). Los patitos feos, Una infancia infeliz no determina la vida. 5ta. Edición.
     Barcelona: Gedisa.

Frankl, V. (2004). El hombre en busca de sentido. Barcelona: Heder

García y Yánez, s/f. Logoterapia y análisis existencial [Documento en línea]. Disponible  en 

Griffa, M. C. (2003, enero)  Reflexiones  acerca  de  la  capacidad  del  yo  y la resiliencia.  
    [Documento  en   línea]  Ponencia  presentada  en  el Simposio  2003  en  la  Fundación
    Luís Chiozza. Buenos Aires. Disponible: www.usal.edu.ar/archivos/psico/otros/3.pdf
    [Consulta: 2016, agosto 3]

Lange, A. (2000). Viktor Frankl. Una biografía. 2da. Edición. Barcelona: Herder Editorial S.A. (orden alfabético)


Melillo  A. ( 2004) Resiliencia.  Revista  Psicoanálisis: ayer  y  hoy.  [Revista  en  línea] 1.

     Disponible: http://www.elpsicoanalisis.org.ar/  [Consulta: 2016, Agosto 3]

  

Melillo, A. y Suárez, E. (compiladores) (2001). Resilencia. Descubriendo las propias   fortalezas. Editorial Paidós, Buenos Aires.

MSc. Daisy Anzola
Diplomada en Logoterapia, Análisis Existencial y Sentido de Vida (II Cohorte).
Instituto Venezolano de Logoterapia y Análisis Viktor Frankl

viernes, 11 de agosto de 2017

Cuando la Logoterapia ayuda a encontrar Sentido...

Después de pasar  12 días en una cama de UCI, la mañana del 11 de Agosto del 2016, nos llaman para decirnos que el corazoncito de nuestro pequeño de 2 años y 4 meses estaba por detenerse, y así fue; a las 9:40 am nuestro Angelito Hermoso abrió sus alas y voló. Yo no lo podía creer, era una sensación que jamás  podré explicar, yo no lloraba, sólo quise abrazarlo y besarlo, y me acosté con él, allí en esa cama fría de ese horrible hospital. Fue allí en ese momento donde empecé a conocerme a mí misma y a conocer el Poder de Dios y el de la FE. Y digo esto porque yo no era capaz de soportar ni siquiera la posibilidad  de perder a un ser querido,  para mí eso era intolerable;  nada más de pensarlo me venía en llanto y verme así, allí con esa fuerza y esa valentía afrontando ese momento,  eso solo podía ser obra de Dios.
     Siempre había pensado que era una chica con suerte, porque todo lo que me sucedía en la vida me salía bien! hasta ese día, donde sentí que Dios me había abandonado y en mi mente me decía “siempre fuiste una mujer de suerte, todo te salía bien, siempre salías con éxito de los problemas y MIRA!!!... Pero saben qué?, hoy pienso que a pesar de la desdicha de haber perdido a mi primer hijo sigo siendo una mujer y una mamá muy AFORTUNADA, primero porque Dios me bendijo con un Ángel que tuve en mi vientre, al cual conocí y AMÉ con locura por 18 meses, y segundo porque me regaló unos Mellizos; para que mis manos no quedaran vacías y fueran ellos mi refugio y mis ganas de vivir y a pesar que un hijo jamás suple a otro, en cierta forma ayuda a llenar ese vacío que deja la ausencia física del ser amado. Hoy por hoy al pasar los días y con la ayuda de un buen amigo que encontré en mi caminar en la Fe,  empecé a darle sentido a mi duelo (los para qué?) y así he ido aprendiendo a RESPONDERLE A LA VIDA  y no a preguntar POR QUÉ?; mentiría si les digo que no lo hice, de extraterrestres sería no hacerlo, pero entendí que así jamás iba a tener una respuesta y poco a poco, aunque sigo montada en una montaña Rusa, voy encontrándole sentido a mi vida, escuchando, leyendo y practicando frases, tips, historias de Logoterapia y por supuesto en la fuerza que Dios me regala cada día.
     Es por eso que quiero decirles hoy a un año de empezar a vivir esta nueva vida, que por terrible que parezca una situación depende solo de nosotros elegir si enfrentarla, engancharnos en ella o superarla y seguir aprendiendo a vivir con SENTIDO…

Heidy Carolina Home Naranjo

martes, 8 de agosto de 2017

¿CUÁL ES TU FUERZA?

En estos días tan duros que se viven en nuestro país ¿qué debe prevalecer? Quizá algunos piensen que el optimismo está devaluado y opten por la resignación a la que también llaman conformismo, otros sienten que seguir luchando desde su trinchera es la mejor de las opciones, una parte afirma convencida que su centro son sus metas personales pues esta onda patriótica no es lo suyo.

Ahora bien intentar encontrar un enlace entre tantos puntos de vista puede resultar una tarea difícil pero si vamos a lo práctico existe algo en común en esta realidad y eso indiscutiblemente nos une, todos somos Venezolanos y como tal nos debe interesar todo lo que ocurre en esta tierra, nuestra tierra.

Esta reflexión no va dirigida a un grupo específico sino a una especie de filosofía circunstancial que surgió estos últimos días en la que prevalece “la indiferencia” de la cual muchos hablan y causa preocupación, es cierto que todos los seres humanos tenemos fortalezas individuales que nos hacen únicos, sentimos, actuamos y anhelamos a nuestra modo, pero existen excepciones que hacen cuestionar algunas cosas.

Históricamente estamos en un punto crucial en el que nuestro país y nuestros hermanos necesitan de todo el apoyo posible porque vivimos en un mismo hogar y si algo falla nos afecta a todos, no hay lugar para el individualismo, por muy duro que esto parezca debemos procurar que el bien sea colectivo, somos seres sociales y no se permite la frase “si yo estoy bien los demás no importan”.

Evocando de manera sutil la búsqueda de sentido que extraordinariamente nos enseñó Viktor Frankl es nuestra dimensión espiritual la encargada de salir a flote y ser protagonista en estos tiempos difíciles, es la más fuerte de todas y sin embargo muchos desconocen su verdadero significado, y centran sus esfuerzos en dar paso a la adaptación y a la contemplación impasible de lo injusto.

Me niego a que lleguemos al punto crítico de la apatía y que el término impertérrito se vuelva común, se instale y se fije no solo en las acciones sino en los corazones de tanta gente buena que decide cerrar los ojos o mirar a la nada ante el abuso inhumano y vil del que otros son víctimas mientras luchan por recuperar lo que sienten les fue arrebatado de sus vidas... y ese algo, es todo, es mucho, es nuestro, es Venezuela.

Estas líneas no buscan aludir a nadie solo esperan acciones que incluyan un todo, en el que se tenga conciencia del aquí y del ahora, del estar presente en este proceso por el que atravesamos y del que saldremos victoriosos si somos capaces de reconocer lo que ocurre a nuestro alrededor y entender que lo que le duele a muchos parafraseando nuevamente a Frankl no es el dolor físico sino la humillación que provoca la injusticia... y ese sentir no es exclusivo de algunos, es colectivo, porque desde cualquiera que sea la ideología a la que se es fiel, en esta realidad todos salimos perjudicados pero tenemos la fuerza y el poder suficiente para luchar, deshacernos de etiquetas y permitirnos una vida mejor, con el sentido que deseemos y no con lo que otros consideren que es lo que merecemos.

Pues esta pesadilla no puede ser el sueño asignado, debe ser la circunstancia que sirva como antesala al tan anhelado triunfo…Bien lo decía el Padre Pio: “Procura no inquietar tu alma ante el triste espectáculo de la injusticia humana. Sobre esta injusticia verás un día el triunfo definitivo de la justicia de Dios.


María F Montano R.
Lcda. En Enfermería UC
Estudiante de Psicología Clínica UAM.
Alumna del Instituto Venezolano de Logoterapia y Anális Existencial Viktor Frankl

Instagram: @mafermontano_r

domingo, 6 de agosto de 2017

EL SENTIDO DEL DERECHO. Los valores jurídicos como valores de Sentido.


En una aproximación  a lo que se  concibe como Sentido y Derecho, ambos términos comparten  la idea de lo recto, directo, dirección, entre otras. El Sentido (logos) desde el enfoque Frankliano, puede entenderse como significado, propósito, orientado a la vivencia de valores para descubrir y abrazar el Sentido de la Vida. Definir el Derecho,  no es tarea fácil ni para los más avezados juristas, como refiere Hart y en un ejercicio prerreflexivo, cita palabras de San Agustín, respecto a la noción de qué es el tiempo, señalando que, si nadie me pregunta qué es el tiempo lo sé, si deseo explicar a alguien que me lo pregunte, no sabría explicarlo[1], haciendo analogía con el concepto de Derecho.  
Ahora bien, bajo  la perspectiva fenomenológica existencial, Luypen  considera que el Derecho es el mínimo ético necesario para una vida social organizada, así como la justicia, es el mínimo de amor[2]. De otro lado, pudiera afirmarse, que lo jurídico es solamente un aspecto de lo social, que va a tener mayor o menor importancia, dependiendo de los casos, pero del que no podemos prescindir si queremos entender algo del mundo que nos rodea[3].
La Filosofía Jurídica, nos ofrece un interesante aporte para adentrarnos a la comprensión del Derecho como fenómeno jurídico, social y valorativo, visto en su tridimensionalidad o en sus tres dimensiones: formal, social y  axiológica (normas-hechos- valores).  Los valores asociados al Derecho, como la justicia, la paz social, el orden en la convivencia, la seguridad jurídica, el bien común, requieren de la estructura institucional del Estado, para garantizarlos; sin dejar de lado, la relevancia que implica  la percepción  individual y social para la validez y legitimidad jurídica.

No obstante,  la realidad social demuestra que la existencia de multiplicidad de normas -reguladoras de la conducta humana- e  instituciones,  no siempre van a satisfacer  los más elementales derechos o pretensiones, ni a garantizar el acceso a la  justicia y a un justo proceso; provocando  impotencia, desánimo, indignación,  inseguridad; en fin, una  sensación de frustración o “vacío”  en los justiciables, que genera la falta de credibilidad en el ordenamiento jurídico y en los operadores del  sistema de justicia. Cabría preguntarse ¿Tiene Sentido el Derecho?  ¿Cuál es su Sentido?

Nuestras sociedades, se sumergen cada día más, en lo que el neuropsiquiatra Viktor Frankl definió como neurosis colectiva,  al referirse a uno de los síntomas sociales, producto de la falta de responsabilidad, el temor a la libertad y pérdida de las tradiciones, que  desvían al hombre de su misión de vida, lo cual hace que se sienta inmerso en un vacío o frustración existencial y  ante la falta de dirección (sentido) al no saber qué quiere y hacia dónde dirigirse, se convierte en presa fácil del fanatismo  -brazo comunicante del pensamiento colectivista- que lo conduce a hacer lo mismo que los demás (conformismo) o lo que otros quieren (totalitarismo) así como también, a asumir una actitud provisionalista, al vivir con inseguridad ante el mañana; o fatalista, al pensar que lo que haga la persona o el grupo es inútil, porque los acontecimientos ya están determinados[4].

El malestar o neurosis colectiva, puede devenir de igual modo, en un comportamiento social, de apatía, anarquía o anomia (carencia o degradación de normas) que dista del Estado Democrático y Social de Derecho y de Justicia. Ihering, filósofo jurídico (S.XIX),  afirmaba que al pueblo que le falta la fuerza moral, la energía, la perseverancia, jamás el Derecho prosperará en él[5]. En este orden de ideas, el notable jurista y sociólogo, expresidente venezolano Rafael Caldera, bien señalaba que el Derecho de un pueblo, es el reflejo de su conciencia moral, y la ética, el manantial de la vida jurídica, influyendo aquel en la moralidad social[6].

Hoy nos lleva a la reflexión, si esa vaciedad o falta de voluntad de sentido, que restringe la fuerza motivante que brota de nuestra dimensión espiritual, impidiendo el despliegue a plenitud de los recursos internos o noéticos, obedece a que nuestros vínculos humanos sean más frágiles y efímeros[7] en una época de incertidumbre o de tiempos líquidos[8], en la cual, en vez de hablarse de relaciones se prefiere hablar de “conexiones” y que a pesar de la “interconexión” a nivel global mediante el uso de tecnología, paradójicamente nos aísla o “des-conecta”. Un “mundo líquido” en el que el individualismo, la indiferencia hacia lo que le sucede  al otro, nos lleva a un sinsentido, al no vivir desde los valores, definidos por Frankl como “Sentidos universales que se cristalizan en situaciones típicas que una sociedad o, aún, la humanidad debe enfrentar” [9] y que  puede vincularse con lo que él aludía como la época  en la que se vive “a toda prisa” y en la cual se han perdido las tradiciones,  que son las que nos dan identidad, coherencia y arraigo como grupo social.

La invitación es a reencontrar el Sentido y valor del Derecho como fenómeno jurídico y social.  A comprender que como sujetos de derechos y obligaciones, tenemos la libertad de elegir y valorar nuestras acciones u omisiones, siendo responsables y corresponsables de éstas, en lo personal y ante la sociedad; centrándonos en lo que queremos y hacia dónde dirigirnos, mediante la vivencia de valores jurídicos, que a su vez conforman los valores democráticos, en los que se fundamenta el Estado de Derecho.

Aquí, de nuevo cobra vigencia el pensamiento frankliano,  en cuanto a la libertad de elección que posee el hombre, de hacerse cargo de sus decisiones con responsabilidad, a través de la vivencia de valores para encontrar sentido a su existencia; siendo que, mientras más responsable es, estará más inmunizado contra el vacío existencial y su consciencia estará despierta, valga decir, capacitada para la resistencia de su espíritu a plegarse al conformismo, o a doblegarse ante regímenes totalitarios[10],  cuya dominación  se orienta a la abolición de la libertad e incluso, a la eliminación de la espontaneidad humana en general[11].  De modo que, cuando la libertad es temida y la responsabilidad evitada, se manifiesta una actitud de dependencia, que hace que el individuo abandone su libertad y decline su responsabilidad en otro u otros[12].

Es por ello, que en el orden jurídico y social, tiene significancia el Sentido del Derecho y su estructura ontológica, como consideración y respeto universal al otro. Si vivimos desde el Ser,  plenificamos nuestra consciencia -órgano del sentido- activando valores espirituales o religiosos y valores éticos como la justicia, humildad, honestidad, confianza, compromiso, empatía, solidaridad y de resiliencia para afrontar las adversidades con dignidad y coraje, aprender de ellas y salir fortalecidos; aunado a que -como refiere Frankl- el hombre en su búsqueda de sentido, necesita de cierto grado de tensión espiritual  noodinamia, que  representa, por un lado,  el sentido a consumar y por el otro, el deber de cumplirlo, por medio de la tríada de valores (creativos, experienciales y de actitud) toda vez que “El hombre puede cambiarse a sí mismo, de lo contrario no sería hombre” [13].

Asimismo, debemos vivir más desde el Ser que del tener. El querer tener puede esconder el deseo desmedido de poder, en diversos ámbitos, el poder político, económico, social. Hoy, el querer poseer riqueza de manera desmesurada y fácil,  ha traído elevados índices de criminalidad y corroído organizaciones tanto públicas como privadas. En la esfera pública,  el flagelo de la corrupción, tristemente ha alcanzado a personas en instituciones de diferentes latitudes, motivo de pugna entre los actores sociales y factor de destrucción institucional y económica de un país.

Ese accionar libremente desde el Ser -la voluntad de sentido- también redunda, en un bien hacer y más aún, un bien obrar, como estilo y filosofía de vida, que se traduce en una sociedad en la que se protegen y garantizan los derechos y especialmente los derechos humanos, mediante el ordenamiento jurídico, sustentado en la legalidad, legitimidad  y en la aplicabilidad de normas claras para la convivencia social y la seguridad jurídica, que cuente con la probidad de  los operadores del  sistema de justicia.

El orden en la convivencia, pasa por una relación vincular afectiva, la cual implica reconocernos, a pesar de nuestras diferencias y  potenciando nuestras coincidencias, para  construir espacios de encuentro, que conlleven al entendimiento y por ende, a una sociedad, más justa y humanizada; de  igualdad de oportunidades, orientada hacia la participación y el trabajo en equipo; así como también, a comunicarnos asertivamente, en un clima de respeto y tolerancia,  mediante la valoración del discurso (logos) y la argumentación, como mecanismo para la transformación social y jurídica.

Ello, al propio tiempo, nos hace trascender como persona -unidad en la diversidad-  como  Ser Humano definido por su espiritualidad, que para Frankl, lo dirige hacia alguien o hacia algo distinto de él, que lo hace salir de su egoísmo y lo conduce al encuentro auténtico con el otro. Un sentido de trascendencia, que lo proyecta más allá del presente en la construcción del futuro.

Desde esta perspectiva existencialista, ese “darnos cuenta de lo que acontece  y el para qué de lo que estamos viviendo, se propicia un cambio de actitud significativo, para  alcanzar la tan anhelada paz social, a través de la vivencia de los valores como la sana convivencia, el bien común, la equidad, la seguridad jurídica y la Justicia como valor fundamental y  Sentido del Derecho.

MSc. Mariela Yánez Díaz
Directora del Instituto Venezolano de Logoterapia y Análisis Existencial “Viktor Frankl”






[1]Hart, H. (1998) El Concepto de Derecho. Buenos Aires: Abeledo-Perrot S.A.
[2]Luypen, W. (1967) Fenomenología de la Existencia. Buenos Aires: Editorial Lohlé.
[3]Atienza, M. (2012) El sentido del Derecho.  Barcelona: Editorial Ariel.
[4]Frankl, V. (2001) El Hombre en busca de Sentido. Barcelona: Editorial Herder.
[5]Von Ihering, R. (2005) El Espíritu del Derecho Romano. Buenos Aires: Editorial Marcial Pons.
[6]Caldera, R. (1973) Temas de Sociología Venezolana. Editorial. Caracas: Tiempo Nuevo.
[7]Bauman, Z. (2005) Amor líquido. Acerca de la Fragilidad de los vínculos humanos. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
[8]Bauman, Z. (2008) Tiempos líquidos. Vivir en una época de incertidumbre. D.F. México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
[9]Frankl, V. (1990) Logoterapia y Análisis Existencial. Barcelona: Editorial Herder.
[10]Frankl, V. (1980). Ante el Vacío Existencial. Hacia una humanización de la psicoterapia. Barcelona: Editorial Herder.
[11]Arendt, H. (2004) Los orígenes del totalitarismo. Bogotá: Taurus.
[12]García, C. (2006) Cita a ciegas. Sobre la imprevisibilidad de la vida. Buenos Aires: San Pablo.
[13]Frankl, V. (1994). La voluntad de sentido. Barcelona: Editorial Herder.

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