En el principio era el verbo
y el verbo era Dios, inicia el profeta Juan (1:1) en las sagradas escrituras.
Para la teología cristina, el verbo o hijo de Dios es el logos
(Del gr. λόγος lógos). Desde la filosofía, logos, entre otras acepciones, se refiere a palabra, discurso, sentido,
significado, propósito.
No es por el acaso o azar, que
esta interesante frase de Goethe “En el principio era el Sentido”, haya servido de título a uno de los libros
sobre reflexiones en torno al Ser Humano, del neuropsiquiatra y Doctor en
Filosofía Viktor Frankl, creador de la Logoterapia y el Análisis Existencial [1].
Hablar de la Fe (Del latín, fides) -primera virtud teologal- es afirmar la existencia de Dios; pero también, podemos entenderla como esa
seguridad y confianza que nos genera algo o alguien. Es esa palabra dada o
promesa que hacemos y que asociamos al valor compromiso.
La Fe, entonces, nos brinda
confianza, que significa esperar con
firmeza y seguridad, que deviene en esperanza y como decía Frankl, el hombre es hijo de su pasado, mas no es
esclavo de éste y es padre de su porvenir.
Por ello, la logoterapia mira hacia adelante, a los cometidos y sentidos
que el hombre tiene que realizar en el
futuro, ampliando su campo visual que le permita ver un sinfín de posibilidades y alternativas que
lo construya; ya que el Ser es inacabado y solo
se completa al término de su vida.
Cuando vivimos desde el logos, vivimos en la Fe, descubriendo y abrazando el Sentido, que podemos
verlo de dos maneras: sentido de la vida y sentido en la vida. El sentido en la
vida, no es otro que la situación
concreta, el momento, del aquí y el ahora, en las experiencias que vivimos, en
la cotidianeidad; mientras que el sentido de la vida, es la suma día a día de
esos momentos; vale decir, el transcurso de nuestra existencia[2].
Si tenemos Fe, quiere decir
que creemos en algo y de modo especial, en las personas y precisamente con su confianza reforzamos la
nuestra para trascender, que es salir de
nosotros para encontrarnos existencialmente con el otro, dirigirnos hacia el tú,
que se convierte en nosotros y hacia
Dios, mediante el servicio y el sentido, desplegando así nuestra dimensión
espiritual.
En palabras de Frankl: “… el
primer hecho antropológico humano es estar siempre dirigido hacia algo o
alguien distinto de uno mismo: hacia un sentido que cumplir o un ser humano que
encontrar, una causa a la cual servir o una persona a la cual amar. (…) eso es
auténticamente humano porque se olvida de sí mismo y se concentra en alguien o
algo fuera de sí mismo”. Más allá de ese Sentido, Frankl hace referencia al Suprasentido o ultra Sentido,
que trasciende al hombre excediendo su capacidad intelectual y sólo se puede
tener acceso a él a través de la Fe.
De otro lado, podemos ver la
Fe, como ese gesto que experimenta el niño en los brazos de sus padres, que lo
hace sentir seguro que no caerá; así como también, la Fe, es esa confianza
primigenia, cuando el embrión se anida al útero de la madre al momento de la
concepción.
Es trascendental la Fe del
hombre en el Sentido; incluso, desde que el hombre comienza a respirar ya cree
en un Sentido, esa es la voluntad de
Sentido, la fuerza que lo mueve, que es uno de los pilares de la
Logoterapia, al igual que la libertad de la voluntad y el Sentido de la Vida.
Hasta un suicida, cree en un Sentido, sino de la vida, al menos de la postvida,
de la muerte. Si no creyera en sentido alguno, sería incapaz de mover un dedo o
de tomar tal determinación[3].
Frankl,
haciendo alusión a su experiencia personal, señalaba que, si el prisionero
perdía la Fe en el futuro -su futuro- estaba condenado, perdía asimismo, su
sostén espiritual, se abandonaba y
decaía y se convertía en el sujeto de aniquilamiento físico y mental…Se
limitaba a quedarse allí, sin apenas moverse.
La
Fe, bajo la visión logoterapéutica, se comprende, no como un pensamiento del que se ha quitado el
nivel de la realidad de lo pensado, sino un pensamiento incrementado con la
existencialidad. Sería interesante
responder ante la vida, si realmente queremos permanecer inmóviles? O nos
decidimos por esa fuerza que nos mueve
(Sentido) y nos hace seguir adelante, pese a las circunstancias?
La
invitación es a vivir con Fe y así, obtendremos respuestas a los para qué de lo que nos toca vivir, sobre todo, con
coraje. Los para qué, nos llenan de
esperanza, es una mirada hacia adelante, resignificando nuestras vivencias,
haciéndolas conscientes en el presente y
proyectándolas al futuro. Un futuro que necesariamente
no tiene que ser inmediato, al menos en
tiempo cronológico (gr.Chrono) sino verlo
como ese momento oportuno, el “tiempo de Dios” (kairós). Vivir la Fe desde el logos, es vivir lo humano del Ser humano
¡más el Sentido de Ser Humano! [4].
[4] Frankl, V. (1998). El Hombre en busca de sentido. Barcelona: Herder.
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Mariela Yánez Díaz
Directora del Instituto Venezolano de Logoterapia y Análisis Existencial
“Viktor Frankl”
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