La primera vez que escuché hablar de
Logoterapia, fue en mi segundo año de residencia en el postgrado de
psiquiatría, estudios realizados entre el año 2009 y el 2012 en el I.A.H.U.L.A,
Mérida-Venezuela. En aquella oportunidad el servicio trajo como invitada a
María Isabel Rodríguez Fernández, Doctora en Medicina y Cirugía por la
Universidad Autónoma de Madrid, Médico Psiquiatra y Master en Psicoterapia por
la Universidad Autónoma de Madrid.
Parte del trabajo de investigación
de la Dra. Rodríguez, se ha centrado en la búsqueda de una perspectiva integral
en la que se tenga en cuenta, desde la psicología y la psiquiatría, la
dimensión espiritual del ser humano, siendo este un ámbito que ha supuesto la
publicación de diversos artículos y participación en libros como: Hacia una
definición de la Filosofía Personalista (Ed. Palabra, 2006), La búsqueda de
sentido en el siglo XXI (Asociación Española de Logoterapia, 2006), entre
otros.
Recuerdo haber quedado completamente
maravillada con aquella manera tan diferente de hacer psicoterapia. Era un
modelo definitivamente ajeno a aquel con el cual estaba familiarizada, luego de
dos años de residencia en un postgrado de psiquiatría, en donde la psicoterapia
forma parte importante del pensum.
Para entonces, lo cognitivo conductual, lo psicodinámico y formas muy simples
de psicoterapia de apoyo eran nuestras herramientas a la hora de hacer
intervención con los pacientes.
Logoterapia,
ese término que abarcaba todo lo que ya venía tomando forma de filosofía de
vida desde mi adolescencia, el hombre y su imagen tridimensional por sobre la
tradicional descripción bidimensional en el saber psicológico, la dimensión
espiritual del hombre, el sentido de la vida, la voluntad de sentido, la
libertad de voluntad, todo esos términos, ya eran parte de lo que
intuitivamente aplicaba para entonces en el contexto de mi acercamiento al
hombre. Ahora tenían definiciones, pertenecían a un modelo de psicoterapia, podía
aplicarlo, podía justificarlo, pero sobre todo podía experimentarlo en mi
misma, en el otro ¡Gracias Viktor Frankl!
Era como llegar a casa, era nueva, pero me
sentía cómoda, muy cómoda en realidad. Inmediatamente me interesé en conocer
más sobre la vida de ese hombre extraordinario, adquirí el libro “El hombre en
búsqueda de sentido” e inicie su lectura…no pude pasar de la página veinte,
lloraba con una profunda tristeza, el desconsuelo se apoderó de mí.
Lo reconozco, sufrí el libro, sentí rabia,
asco a veces, los relatos me paralizaron, en fin, me conmovió hasta los
tuétanos, me costó mucho esfuerzo terminarlo, pero como generalmente concluyo
lo que inicio, así fue, logre finalizar y devorarme hasta la última página.
Cinco años después, lo volví a leer, esta vez no lloré, simplemente sentí un
profundo sentimiento de paz y aceptación.
¡La desesperanza es sufrimiento sin
sentido…Voila! Descubrir el sentido, responderle a la vida, en vez de
interrogarla a ella, ¿Qué se oculta detrás de cada acontecimiento? Aprender a
autodistanciarse, mirar desde arriba como le digo yo, aplicarlo a la
cotidianidad, reconocerte como un ente espiritual, pero sobre todo sentirlo,
vivirlo, experimentarlo.
Venezuela
y su reciente contexto político-económico y social, me ha puesto a prueba, me
he hecho responsable, mi actitud es lo único que puedo controlar, debo
recordármelo constantemente, vivir con coraje, encontrar el cómo, sigo siendo
un proyecto que se modifica cada día, lidiando con la incertidumbre, la
angustia, el sufrimiento, la muerte, real o simbólica y a la vez, en paralelo
viviendo lo mismo con mis consultantes. Arropándolos en sus dolores de parto,
mirándolos desde la compasión y desde la esperanza de aquel que se sabe un ser multidimensional,
que mira a otro mientras se construye, mientras se descubre, mientras le da sentido
a su experiencia, y espero pacientemente, cada quien tiene un tiempo, pero
todos al fin y al cabo llegamos. Ese encuentro sanador, pues sanan ellos y a la
par sano yo, maravillosa experiencia, ¡gracias mil veces Viktor Emil Frankl!
Mérida,
a los 22 días del mes de Agosto de 2018.
Artículo por: Norma Manchego
Diplomado en Logoterapia, Análisis Existencial y Sentido de Vida (IV Cohorte).